Disociación. La desconexión como “salvación”

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Disociación. La desconexión como “salvación”

Martina me mira, sonríe y bromea mientras me habla de la muerte de su hermano, fue hace dos años, en un accidente de tráfico. A simple vista parece relajada, como si lo que contara fuera un hecho completamente banal, algo que le hubiera ocurrido aquella misma mañana.

No es la primera vez que hablamos sobre ello, antes no era muy consciente de su reacción, ahora me explica que, cuando habla sobre este tema, siente como si vistiera una capa impermeable que impide que las emociones que le provoca recordar la muerte de su hermano la atraviesen y lleguen hasta ella. De esta manera no siente dolor, no siente tristeza, no siente rabia, no siente nada. Desconecta emocionalmente. Martina esta disociada.

¿Qué es la disociación?

Cuando sufrimos una situación traumática que nos supera, nuestra mente puede adoptar un mecanismo de defensa llamado disociación. La disociación consiste en tomar distancia, en experimentar desconexión entre los pensamientos, las emociones, los recuerdos y, a veces, la propia identidad.

Aunque normalmente se presenta cuando sufrimos un trauma psicológico, como la muerte repentina o inesperada de un ser querido, maltrato psicológico o físico, o abuso sexual, también puede aparecer sin el mismo. Todos podemos experimentar síntomas de disociación, de distanciamiento y desconexión de la realidad en algún momento de nuestras vidas.

Los mecanismos de defensa no tienen por qué ser algo patológico. Como dice su nombre, se tratan de una reacción de nuestra mente para protegernos de una situación inesperada y poder preparar una respuesta ante la misma. Tomar cierta distancia de la situación nos permite elaborar un plan de actuación, analizar de forma racional lo que ocurre y preparar una respuesta exitosa. El problema es cuando nos anclamos en ese distanciamiento y no avanzamos, no procesamos las emociones, que parecen haber quedado congeladas y asépticas ante nosotros. En este caso, será preciso intervenir, puesto que estos síntomas acabaran interfiriendo, de una u otra manera, en nuestras vidas.

¿A qué se debe la disociación?

Esta alteración psicológica puede presentarse asociada a una situación traumática o formando parte de otros trastornos psicológicos, como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad, la depresión, el trastorno límite de la personalidad y los trastornos disociativos, entre otros. La disociación puede alterar la consciencia, la memoria y cómo se percibe el ambiente.

¿Cuándo puede aparecer?

A veces, puede presentarse solo ante el recuerdo del trauma, pero, otras veces, cuando nuestra mente ha aprendido a utilizar este mecanismo de defensa, puede activarse ante situaciones que generan emociones negativas, pero que no deberían interpretarse como una amenaza. Se podría decir que, en algunos casos, la persona acaba bloqueando y desconectando de todas las emociones que le provocan algún malestar.

En estos casos, la terapia psicológica persigue la integración de las diferentes partes que han quedado separadas y disociadas, buscando la reconexión entre recuerdos, emociones y pensamientos.

¿Te has sentido así alguna vez? ¿Conoces a alguien que haya pasado por esto?

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